Montse Pazmiño
00109349
Raza y Etnicidad
2014/03/31
Deber Nº3
Relaciones Desiguales
En esta lectura,
el autor Patric Hollenstein, continúa con su trabajo de campo observando a la
familia LLugna. Esta vez se enfocará en un tema diferente: “la relación entre diferentes habitus racializados y las
formas encubiertas de la dominación racial” (p. 158). Para esto basará su
observación en dos familias:
-La familia
Llugna compuesta por Miche, la madre; Susana, hija de Miche; Tamia, hija de
Susana y Vinicio, esposo de Susana y padre de Tamia.
- La familia
Proaño en especial a Isabela, la patrona blanco- mestiza y Federica, su hija
mayor.
Podemos dividir
la lectura en dos sub temas, la primera es el “calvario” que tienen que pasar
la mayoría de las familias ecuatorianas para conseguir cupo en un colegio
conveniente para sus hijos, y la segunda es la relación maternalista que se
establece entre la familia Llugna y la familia Proaño y el papel protagónico
que esta ejerce en la vida de la otra familia al ayudar y tomar decisiones en
su nombre.
La dificultad
que tienen los padres de familia para conseguir la mejor una escuela o colegio
posible para los hijos es algo por lo que pasan la gran mayoría de las familias
ecuatorianas, esto no es una cuestión de racismo , lamentablemente el sistema
educativo del Ecuador todavía tienen muchas falencias y una de ellas es la
falta de buenas centros educativos accesibles y la dificultad de cupos para
acceder a los más calificados, si a esto le sumamos la corrupción que existe el
momento de asignar los cupos, esto se convierte en una verdadera tortura para los
padres de familia. Tendrán que realizar largas colas para inscribirse, pagar en
varios colegios por una reserva y además conseguir que en su trabajo le den
permiso para poder dedicarse por días a estar plantados en las puertas de los
colegios. Pero insisto esto es un problema
general para todos los habitantes de
Quito, aunque para los grupos minoritarios es más difícil porque además tienen
que buscar un centro educativo que sea multicultural y lo practique para que
sus hijos no sean luego maltratados. Así Susana busca un centro que le permitan
usar la vestimenta indígena a Tamia; que haya otros niños indígenas, para no repetir
la experiencia de la escuela San Francisco donde Tamia era única; que tenga una
pensión accesible para sus ingresos económicos y que además no quede muy lejos
de su casa y pueda utilizar el transporte escolar.
La familia
Proaño y Llugna tienen varios años de mantener una relación. Miche fue empleada
de la familia Proaño y luego cuando ella regresó a Otavalo, Susana la reemplazó
y trabajó durante ocho años con ellos. A pesar de ya no trabajar en la casa de
la familia de Isabela, Susana y su familia siguieron teniendo trato con ellos, relación que el autor la define de
paternalista o en este caso de maternalista ya que se trata de Isabela. Al
respecto Hollenstein nos dice que el paternalismo es un tipo de relación que se
dá entre un grupo dominante y uno dominado, característico de Latinoamérica y
que es una herencia que nos quedó como consecuencia del colonialismo. “no se
trata, por ende, de un racismo colonial ni de un mero legado del pasado, sino
de una adaptación de formas históricas a nuevos contextos sociales y políticos”
(p.160). Estas prácticas tienden a infantilizar al adulto indígena por parte de
la raza mestiza. En este caso específico Susana al verse en dificultades para
encontrar una escuela para su hija, recurre a Isabela para que le ayude y le
guie. Ella, como lo hizo su madre, se responsabiliza del problema y no
solo aporta con ideas, sino con plata y
tiempo. Isabela puede intervenir en la familia Llugna en otros temas como,
relaciones sexuales, inversiones, salud, banco en donde abrir la cuenta,
educación de los hijos, etc. Ellos serán un referente de comportamiento.
Como lo mencioné
en un párrafo anterior el autor se refiere a estos comportamientos
paternalistas como herencia del colonialismo y una forma de manifestarse el
racismo. Tengo dudas al respecto, porque si bien puede ser esa una razón creo
que no es tan simple y pude deberse a otras razones. Para explicarme quiero
compartir mi experiencia personal al respecto. Como muchas familias de clase
media en Quito, crecí rodeada de empleadas domésticas y pude observar la
relación que mi abuela y mi mami tenían con ellas. Pero yo quiero referirme a
mi propia experiencia y es a la empleada que trabaja en mi familia por 24 años.
Se llama Zoila y es de mi misma edad. Ella es blanca, de Huigra. Con el tiempo
mi familia ha desarrollado una relación con Zoila que va más allá de empleada –
patrona. Zoila nos ha hecho participe de sus problemas y muchas veces hemos
intervenido en sus decisiones de familia y la hemos ayudado en lo que ha estado
a nuestro alcance. Muchas veces fui al colegio de Daniela, su hija, a hablar
con las profesoras, compartí con ella la alegría de su primer terreno, y le
ayude a buscar un arquitecto honrado y que no le cobre mucho, la tristeza de su
divorcio. Para el matrimonio de su hija todos cooperamos en el vestido, la
recepción, etc. Pero la relación es de doble sentido porque ella también
interviene en mi parte familiar y ha reído con nuestras alegrías y preocupado
con nuestras preocupaciones, puede opinar si un enamorado/a de mis hijos no le gusta o retar a mi hija si
deja el cuarto todo desordenado. Ella decide en la comida y menús de la casa y
cuando puedo pedir vacaciones. Si almuerzo sola, le invito a sentarse en mi
mesa pero ella no acepta, con mis hijos es diferente, si no estoy, almuerza con
ellos sin problema. A lo que quiero ir es que no lo veo como una relación
paternalista, sino como la de un jefe que ayuda a un empleado, además de dos
personas que se respetan y estiman mucho. En mi experiencia como empleada he
tenido varios jefes que se preocupan por la vida familiar de sus empleados y
tratan de ayudarlos, si es posible, con plata y persona sin por eso encasillarlo como “paternalismo”.
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