lunes, 31 de marzo de 2014

Escultura barroca española de semana santa.


Montse Pazmiño
00109349
Historia del Arte II
2014.03.23

Resumen sobre la escultura barroca española de Semana Santa

Semana Santa es el marco en el que se desenvuelven las manifestaciones más significativas de la Iglesia Católica. Siendo esta la semana mayor de la iglesia es cuando se celebran grandes procesiones en las que se llevan en andas a  figuras de madera que representan diferentes escenas de la vida y pasión de Jesús sobre todo. Las imágenes representando la pasión de Cristo son el centro de estas procesiones que atraen a gran número de católicos y de turistas. Por las calles de varias ciudades no solo de España sino también de América  salen estatuas que permanecen todo el año guardadas en Iglesias o cofradías para su adoración y devoción. Muchas de estas estatuas  han sido realizadas siglos atrás por grandes maestros de la imaginería como Salzillo, Berruguete, Gregorio Fernández, Martínez Montañés entre otros.
Debemos destacar que la escultura española sigue una evolución diferente al resto de la escultura barroca de Europa. Hasta España no llega la influencia de Bernini, al menos hasta la primera mitad del siglo XVII. La escultura española y la que luego llegaría a América tiene un tinte diferente y peculiar, está caracterizado por el realismo y ocupa una técnica distinta al de la escultura del resto de Europa. En España se ocupara la Madera en lugar del mármol y un detalle muy importante es que no serán piezas de un solo color, por lo general blanco total como las producidas en mármol, sino que serán casi todas piezas en madera  y policromadas. Hasta el siglo XIX esta técnica fue menospreciada en el resto de países de Europa por creer que no seguía el ideal clásico de la época que era realizar piezas monocromáticas y con materiales más “nobles”.
El realizar una pieza policromada exige no solo técnicas distintas, sino que además es un esfuerzo en conjunto de varias personas que implican a los aprendices, talladores, tracistas y luego el policromador o estofador que tiene que ser un verdadero artista que deberá conocer de mezcla de colores, sombras, efectos. La policromía da otra perspectiva a la pieza y la reviste de realismo y naturalidad. Son figuras que adoptan el color de la piel, de los ojos y de los cabellos, muchas veces inclusive se lleva a colocarles elementos naturales para darles mas realismo como por ejemplo cabello humano, uñas, pieles de animales. El fin era acentuar el realismo para que el pueblo se sienta cercano a las figuras y llegue el mensaje que se le quería enviar por medio de estas representaciones.
Mayoritariamente se fabricarán durante el barroco retablos y piezas procesionales con esta madera policromada, dos géneros típicamente hispanos. Las piezas procesionales son esculturas en casi tamaño real que representan algún aspecto significativo de la vida de Cristo o personas allegadas a él como su madre. Por ejemplo se tallará a Jesús llevando la cruz, a Jesús crucificado, en el huerto de los olivos, etc.  La curia o las parroquias que encargan estas figuras están seguras que es una forma de acercar al pueblo a la iglesia, una especie de “si el pueblo no va a la iglesia, la iglesia va al pueblo.” Es la forma más eficaz de enseñar la doctrina Cristiana por medio de estas figuras en movimiento a un público analfabeto  que captará mejor el mensaje por medio de los sentidos y la emoción que por medio de la razón.
“El retablo barroco es una estructura arquitectónica fragmentada en pisos horizontales por entablamentos y en calles verticales, por columnas de fuste liso, salomónicas o estípites, que decoran como un gran telón escénico la mesa de altar. Pero, además, es un instrumento pedagógico de la liturgia católica y como tal, tiene la misión de narrar a través de imágenes y relieves los principales acontecimientos del catolicismo. La escultura con función didáctica también se  localiza en  los  retablos. Siguen en ellos los esquemas romanos del renacimiento pero bastante más complicados. A partir de los últimos años del siglo XVII se abandona  ese  retablo  compartimentado  y  se  hacen  retablos unitarios,  con  menos esculturas y escenas más grandes.”[1]
Estas esculturas ya no son realizadas por encargo de la corte. Ahora será mayoritariamente la iglesia o clientes más pequeños como parroquias o cofradías, gremios de artesanos, que tienen interés en realizar labor social. Por lo general las obras eran encargadas para ser llevadas en procesión y eran de imágenes por las que todos los miembros sentían verdadera veneración. Asi también las imágenes fueron tomando diversas características de acuerdo al pedido del cliente. Es por eso que desde entonces se distingue diversas esculturas de la Virgen María, tomando
nombres y señas particulares según el lugar de su origen. Esta costumbre como muchas otras fue adoptada en  América donde podemos hallar representaciones de la Virgen del Quinche, de Guadalupe, del Cisne, etc.

La Iglesia controla la información que se desea enviar al pueblo y el Concilio de Trento decreta cuales son las imágenes que se usarán y los temas de los cuales se tratará. La iglesia será la encargada de guiar a los maestros en la forma de elaborar sus obras. Como el único acceso que tienen los creyentes a la palabra de Dios es a través de los sermones que se dan en el templo, se deberán buscar imágenes más sugestivas y adaptarse a la época de teatralidad en que se vive. Las imágenes serán casi reales, la iglesia se convertirá en un escenario, se debe convencer al público por medio de la representación. Se incluirá la música, la luz en penumbra, el olor del incienso, todo para contribuir al gran teatro que debe convencer a los fieles de una vida de obediencia y piedad para luego ser recompensados en el más allá.
Antes de terminar quiero resaltar  la obra de uno de los artistas que gozó de mayor fama y respeto no solo  por la labor realizada sino por su vida ejemplar. Se formó en un ambiente clásico. Nace en el último cuarto del siglo XVI y muere en 1649 a los 81 años. Francisco Pacheco, quien fue suegro y tutor de Velázquez también enseña a Martínez  Montañez el arte de pintar en madera y dar expresión a los rostros de las imágenes. Entre su obra deja 32 retablos, 65 sagrarios, 115 imágenes  mucho de ellos se conservan y todavía son llevados en andas como el Jesús de la Pasión y la Virgen de la Estrella. Es considerado el más grande de los imagineros, gran escultor que vivió su vida con verdadera fe cristiana, lo que influye para que su obra vaya más dirigida al alma que a los sentidos. Sus figuras según los críticos son reposadas, solemnes. Su estilo lo coloca todavía en un manierismo tardío.


Bibliografía
http://artetorreherberos.blogspot.com/2012/03/la-escultura-barroca-espanola-la.htm



[1] Tomado textualmente de la página web “Arte Torreherberos:La Escuela Barroca Española:La imagenería Andaluza.

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