domingo, 27 de noviembre de 2011

CIEN AÑOS DE SOLEDAD, LA NOVEL A VERSUS LA REALIDAD



CIEN AÑOS DE SOLEDAD
LA NOVELA VERSUS LA REALIDAD
Es tan amplia y rica esta obra que tiene material necesario para escribir páginas y páginas de ensayo. Entre los varios temas que pensé analizar en un principio estaban, la vida de García Márquez, su discurso en el Premio Nobel que es bellísimo, una denuncia a la realidad actual de América Latina, el tiempo en la novela, el realismo mágico, etc .Algo que me llamo mucho la atención es saber que su obra está basada en hechos reales sucedidos en Colombia. El que más me impacto es el de la matanza de los obreros, descrita tan ricamente en la obra. Investigando podemos encontrar que hubo un hecho muy parecido en Colombia en 1928 denominado:” La masacre de las bananeras”. Además encontramos otras muchas realidades como la descripción de Macondo que es en realidad el pueblo natal de García Márquez, Aracata, la guerra liberal que se dio en Colombia y en la que los personajes de Macondo son parte importante, la llegada del ferrocarril y su influencia en la zona, la localización geográfica, los pantanos, los diluvios, todas realidades que fueron adaptadas por el autor a la novela.
El compromiso político de García Márquez está integrado en su obra y se originó en el marco histórico de la Colombia del bogotazo y todo el periodo de violencia que le siguió. Sus primeras novelas reflejan el ambiente de violencia e intolerancia que Colombia vivía en el momento que las escribió. Cien años de soledad (1967) narra en tono épico la historia de la familia Buendía a lo largo de cien años y del pequeño lugar Macondo que acaba de ser destruido por las guerras y el progreso. El nombre de Macondo era el de una hacienda próxima a Aracata, y García Márquez lo convirtió en uno de los referentes geográficos literarios inolvidables
Esta novela, escrita en dieciocho meses durante su exilio en México, está escrita con principio y final secuencial, sobre situaciones comprensibles y reales, personajes identificables y como fondo la historia de Colombia y la denuncia de las injusticias sociales: es el mundo real.
La idea original de esta obra surge en 1952 durante un viaje que realiza el autor a su pueblo natal, Aracataca, en compañía de su madre.
En sus comienzos, Macondo, era un "mundo ideal", un paraíso. "Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos".
"En pocos años, Macondo fue la aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era de verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto".
Pero en el transcurso de la historia este mundo de realidades mágicas se ve afectado cuando entra "el mal" en Macondo, las guerras civiles, la fiebre del banano, la llegada de gente de distintos lugares a raíz de la empresa bananera, el odio político, pobreza, las matanzas, las sequías, la llegada del ferrocarril, lo que solo trae desgracias y muertes. Para 1908 llegó el ferrocarril a Aracataca, con la expectativa de un trazado final hasta el río Magdalena, ya fuere al puerto de Plato o al de Cerro de San Antonio
“El inocente tren amarillo que tantas incertidumbres y evidencias, y tantos halagos y desventuras, y tantos cambios, calamidades y nostalgias, había de llevar a Macondo.”
 Así, lo imaginario y lo real se enlazan con la historia de Colombia y con los males que afectan a toda Latinoamérica. Y terminando con el exterminio total de la aldea Macondo.
Las referencias de la novela ubican a Macondo en algún lugar de la Costa Caribe colombiana entre la Ciénaga Grande de Santa Marta y la Sierra Nevada de Santa Marta, zona correspondiente a los municipios de Ciénaga (Magdalena), Zona Bananera y Aracataca (población de origen del autor). El Municipio de Aracataca está ubicado dentro de la segunda vertiente hidrográfica del Departamento del Magdalena. Esta vertiente está dominada por la Ciénaga Grande de Santa Marta, hacia donde vierten sus aguas una gran cantidad de ríos, caños arroyos y quebradas. La fundación de Aracataca se remonta a 1885, habiendo sido elevada a la categoría de municipio en 1915
Cien años de soledad puede ubicarse en la historia de Colombia entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, época claramente reconocida por las guerras civiles que enfrentaron a los nacientes partidos liberal y conservador que debatían las ideologías de régimen federalista y centralista en el país. Durante la Regeneración, el presidente Rafael Núñez promulga la constitución de 1886, la cual establece un régimen centralista en materias principalmente política y económica, iniciando por entonces la república conservadora (que se prolonga hasta 1930) y teniendo como principal detractor a Rafael Uribe Uribe, quien lidera la guerra civil de 1895 y la Guerra de los Mil Días entre 1899 y 1902, la cual se termina con la firma de los tratados de paz de Neerlandia y Wisconsin. En el libro las guerras tienen un papel protagónico y se hace referencia al tratado siendo el Coronel Aureliano Buendía quien firmó el armisticio en Macondo “El martes del armisticio amaneció tibio y lluvioso…el acto duro apenas el tiempo indispensable para que se estamparan las firmas……estaban los últimos oficiales que permanecieron fieles al Coronel Aureliano Buendia ”pag 193.
La masacre de las Bananeras fue un episodio que ocurrió en el municipio colombiano de Ciénaga el 6 de diciembre de 1928 cuando un regimiento de las Fuerzas Armadas de Colombia abrió fuego contra un número indeterminado de manifestantes que protestaban por las pésimas condiciones de trabajo en la United Fruit Company.
Varias versiones afirman que la huelga transcurrió de forma pacífica, no obstante sí contaba con un nivel de organización y apoyo popular inédito. Los altos representantes de la bananera movieron sus influencias en el gobierno logrando que se trasladara un contingente de soldados, al mando del General Carlos Cortes Vargas.
Los 58 mil huelguistas tenían a su favor la simpatía de la población y del propio Alcalde, de los indígenas de la Sierra Nevada, de los comerciantes y algunos ganaderos que les enviaban reses para su manutención. Y algo inusitado, por lo contrario a las ideas generalizadas, fue el hecho de que muchos trabajadores norteamericanos se solidarizaron con ellos. Se sabe, también, que hubo deserciones individuales y de grupo en el primer tiempo de la huelga, en el que obreros y soldados confraternizaron, razón por la cual los militares tuvieron que reemplazar los contingentes y mantenerlos acuartelados.
El 15 de diciembre fue el día fijado para negociación de los 9 puntos del pliego de exigencias de los trabajadores. Se estima en 5000 los trabajadores que estaban en la plaza cuando fueron rodeados por unos 300 hombres armados. Contaban los sobrevivientes que después de un toque de corneta el propio Cortes Vargas dio la orden de fuego por 3 veces. Nunca se supo a ciencia cierta la cifra real de muertos. Las narraciones populares orales y los documentos escritos dan cifras de entre 800 a 4 mil asesinados, y agregan que los botaron al mar.
Según la versión oficial del gobierno colombiano del momento sólo fueron nueve. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre, un día después de la masacre, por el consulado de Estados Unidos en Santa Marta al Departamento de Estado de los Estados Unidos, donde inicialmente se informaba que fueron cerca de 50 los muertos. Más tarde en su comunicado del 29 de diciembre indicó que fueron entre 600 y 500, además de la muerte de uno de los militares. Por último en su comunicado del 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Según el consulado, la fuente de dichas cifras fue el representante de la United Fruit Company en Bogotá.
Aquel fue el “bautizo de fuego” de la clase trabajadora colombiana. Vinieron los Consejos de Guerra, posteriores asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes nacionales y locales.
El general Cortés Vargas, comandante de las fuerzas del Magdalena y quien dio la orden de disparar, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden, Estados Unidos habría invadido tierras colombianas (esto por la potestad que se les otorgaba a las fuerzas armadas de Estados Unidos a través del Corolario Roosevelt). Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quien aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero.
Fin de la Huelga y Consecuencias
Viendo esta respuesta violenta, se produce la desbandada de los trabajadores y una rápida negociación, y como resultado de la misma aceptan recortar por mitad los salarios. ” El bando informaba también que los dirigentes sindicales, con un elevado espíritu patriótico habían reducido sus peticiones a dos puntos: reforma de los servicio médicos y construcción de letrinas en las viviendas.” Pag. 330 La difusión de la masacre fue amplia en los medios de comunicación de la época, y provocó innumerables debates éticos y políticos. El más llamativo fue el organizado por el Partido Liberal que envió a Jorge Eliécer Gaitán al lugar de los hechos para realizar una investigación detallada de lo sucedido. De regreso presentó su informe al Congreso, donde se generó un intenso debate en relación a la decisión de disparar a una manifestación desarmada donde se encontraban mujeres y niños. Otro de los temas discutidos fue la influencia de las multinacionales en las altas esferas del gobierno, en especial de la United Fruit Company a quién se le logró demostrar relaciones directas con el general Cortés Vargas.
García Márquez hace una denuncia muy dura sobre este hecho en su obra y para esto se vale de José Arcadio Segundo quien fue testigo presencial de lo que ocurrió ese día. En el libro nadie le creería lo que él vio y seria tachado de loco, pero hasta el día de su muerte el afirmo que hubo la matanza y los muertos fueron enviados al mar.
“Señoras y señores, dijo el capitán con una voz baja, lenta un poco cansada, tienen cinco minutos para retirarse. Nadie se movió. Un minuto más y se hará fuego…….José Arcadio Segundo, sudando hielo…..estos cabrones son capaces de disparar”
“El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto”
“..y solo entonces se dio cuenta que estaba echado sobre los muertos….veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo.” “Debían ser como tres mil, murmuro”

Fuentes:
WIKIPEDIA
HISTORIA DE LA GUIA 2000
Carlos Arango, Sobrevivientes de las Bananeras, 2a. Edición, Editorial Ecoe, Bogotá, 1985, pp. 63-87
Jorge Eliécer Gaitán Ayala, 1928 La masacre de las Bananeras, Editorial Cometa De Papel, Bogotá, 1997, 139 pp.



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